Las 10 claves del fracaso emprendedor
Las cifras de creación y cierre de empresas en la Argentina arrojan guarismos llamativos: cada año, alrededor del 20% de los argentinos económicamente activos crea una empresa, pero 4 de cada 10 proyectos fracasan en su primer año de vida. De los 6 que sobreviven, otros 5 quedan en el camino en los siguientes 9 años.
Cuando me preguntan cuáles son los principales problemas o errores por los que fracasan los emprendedores, empiezo a responder con preguntas: ¿Qué edad tiene el emprendedor? ¿Dónde vive? ¿Es hombre o mujer? ¿En qué industria se encuentra? ¿En qué etapa de madurez está el negocio?
Aunque existen muchos elementos a considerar, a lo largo de más de 500 planes de negocios analizados, un sinnúmero de emprendedores capacitados, asesorados y entrevistados, he logrado resumir los 10 pilares fundamentales del fracaso emprendedor.
Independientemente del orden, y de la ponderación que cada aspecto tendrá en cada situación particular, estos problemas son las más recurrentes causas de tropiezos que he encontrado y deseo compartir.
1. ¿Existe pasión?
El camino emprendedor está lleno de trabas, desilusiones y problemas. El emprendedor debe tener un temple de acero y, para poder soportar todos los altibajos, fundamentalmente debe tener pasión por lo que hace. Emprender es como escalar el Everest: sólo llegan los movidos por la pasión, los que enfrentan sus miedos, y no los movidos sólo por ambición.
2. ¿Tener pasión, es suficiente?
Rotundamente no. La pasión es necesaria pero no suficiente: se requiere de conocimiento específico en materia de negocios. Nadie duda de que el emprendedor conoce sobre el producto o servicio en profundidad, pero para hacer negocios es necesario desarrollar habilidades diferentes. Por ejemplo, existen modelos que permiten optimizar (tiempos, costos) la distribución de productos. Otros que permiten calcular el nivel de precios más adecuado de acuerdo a diferentes enfoques. También existen aquellos que nos pueden indicar hasta dónde podemos crecer sin resentir nuestra estructura financiera. Estos conocimientos y habilidades pueden ser adquiridos mediante capacitación, con la inclusión de un socio con experiencia o con asistencia externa.
3. ¿Es negocio?
Muchas veces, el enamoramiento del emprendedor hacia su producto o servicio es tan grande que desatiende lo inherente al negocio. Me refiero a que una buena idea, un buen producto o un buen servicio no necesariamente implican un buen negocio. Muestra de esto es que el 90% de los emprendedores no sabe cómo medir la rentabilidad, por lo que van a ciegas tomando decisiones inadecuadas a lo largo del proceso.
4. ¿Es sostenible?
El emprendimiento es como un hijo, y no hay nadie más bonito que el propio hijo. Pero lo cierto es que, al salir al mercado, deberá competir directa o indirectamente con una serie de alternativas. Y no sólo eso: pueden aparecer nuevos competidores que copien o mejoren la idea. Es necesario que el emprendedor construya ventajas competitivas sostenibles e innove, ya que la inversión y los gastos son seguros, pero los ingresos no.
5. ¿Quién es el cliente?
“Todos” es una respuesta que escucho con frecuencia. Pero lanzar un negocio para todos, es como lanzar un negocio para nadie. No es lo mismo una persona joven que una adulta, un hombre que una mujer, un profesional que un ama de casa… Cada grupo de consumidor elige con criterios diferentes, tiene necesidades distintas, va a comprar en distintos canales, etc. Focalizarse en un segmento o nicho de mercado permite ajustar el concepto para el cliente objetivo más conveniente.
6. ¿Cómo, cuándo y cuánto crecer?
Todos aspiran a crecer y vender cada vez más. Parece algo natural. Pero muchos emprendimientos mueren justamente en la etapa de crecimiento, ya que no consideran el impacto del capital de trabajo: para cobrar primero hay que vender, y antes de ello hay que producir, almacenar, pagar las compras… eso es dinero que está circulando dentro de la empresa. Es el equivalente a la sangre en el cuerpo humano: si crecemos de golpe y no tenemos la sangre necesaria dentro del organismo, colapsaremos.
7. ¿Hay un modelo o un plan de negocios?
Un modelo o plan de negocios es como simular el desempeño del emprendimiento en un papel, antes de lanzarlo al mercado. Nos permite evaluar todos los elementos necesarios y suficientes para equivocarnos lo menos posible. El problema es que muchos emprendedores ni siquiera han hecho el más básico de los análisis antes de abrir un negocio, lo que explica la alta tasa de nacimiento y muerte de los emprendimientos.
8. ¿Hay riesgos?
Aunque es parte de un buen plan de negocios, no es común encontrar los puntos débiles o riesgos en él. Todo proyecto tiene riesgos, y no hay nada mejor que considerarlos como parte del análisis para dar una adecuada respuesta, por ejemplo, elaborando un plan de contingencias. Pocos emprendedores creen que su proyecto es endeble, y lo defienden con gran pasión y convicción. Una pregunta que les hago siempre es “¿estaría dispuesto a vender su auto o casa, e invertirlo en el proyecto?”. A los pocos que se animan a responder “sí” les digo: “Bien, una vez que lo haga, vuelva y vemos”. Ahí medimos si hay realmente riesgos o no.
9. ¿Cómo financiarse?
Todo es muy lindo, pero muchos emprendedores van con su “gran negocio” golpeando puertas en busca de financiación. Una vez superadas las primeras fuentes de dinero (propia, familiares, amigos), deben analizar si agregan capital societario o si toman deuda. Sin saber medir la rentabilidad y sin contar con un adecuado flujo de fondos, será muy difícil acceder a financiación conveniente. “Endeudarse no es bueno” parece ser una premisa de muchos, aunque es falsa, ya que puede apalancarse el negocio con un préstamo adecuado.
10. ¿Qué necesita?
Abra su cabeza, sincérese y haga un listado de lo que le está faltando. Busque apoyo, ya que sus amigos y su familia aplaudirán su proyecto, incluso siendo malo. No saben más que Ud. del negocio y para colmo – como lo aprecian – no querrán desalentarlo. Capacítese, asesórese, y busque personas con probada trayectoria. Recuerde que su negocio es suyo, y nadie lo defenderá tanto como Ud.
Estos puntos son comunes a todos los emprendedores, independientemente del rubro, edad, ciudad… Y, aunque no es malo fracasar si es que de ello se aprende, la idea no es tropezar con las piedras que uno pudo haber evitado. Si cada uno que avanza en el camino emprendedor va apartando algunas piedras del camino, los que nos siguen sólo se preocuparán por las nuevas que vayan apareciendo: esto es progreso, y en esto es en lo que nos enfocamos apasionadamente desde la Escuela de Negocios MATERIABIZ “poner el conocimiento al alcance de todos”.
Autor: Diego Pasjalidis - Director de Consultoría y Desarrollo Emprendedor de MATERIABIZ. Especialista en gestión de proyectos, desarrollo de nuevos negocios y dirección estratégica en empresas PYMEs. Profesor de Estrategias y de Innovación en Argentina y Perú.