“¿Burnout yo? Y pensar que trabajo en lo que alguna vez elegí”
Ya nos resulta habitual compartir la vida con amigos, familiares y compañeros que se quejan del exceso de estrés asociado a su trabajo.
¿Cómo se quejan? Presentan agotamiento, falta de energía, están malhumorados, son excesivamente críticos, se pueden insensibilizar y hasta parecer como cínicos. ¿Pero si antes no era así? ¿Qué pasó? ¿Qué quedó de aquel entusiasta, con objetivos claros, ambicioso y tenaz que a pesar de sus logros hoy es infeliz?
Ya en 1974 Herbert Frendenberg, comenzó a realizar las primeras definiciones de Burnout. Allí comenzamos a compartir el diagnóstico de estos síntomas que se observan en el ámbito laboral y en general en personas que han elegido ese trabajo.
Sucede que hay un defasaje entre las metas auto propuestas y la realidad. Y cuando esto es sostenido en el tiempo el nivel de frustración que la persona experimenta comienza a tener consecuencias en su psiquis, su cuerpo y su comportamiento.
"Nadie le avisó a mi paciente que cuando su padre fue médico el ritmo de las actualizaciones no era el de hoy". "Que iba a tener que habituarse al uso de celulares, msn y que sus pacientes iban a venir a la consulta con el diagnóstico diferencial del Dr. Google". "Que le iban a cuestionar y demandar respuestas por mail y que además de resolver lo inherente a la medicina de manera idónea iba a tener que lidiar con otro perfil de clientes y otro nivel de remuneración, mucho más bajo por cierto".
Nadie te advirtió que lo que él creyó que era posible hace 20 años, hoy es una quimera. Y nadie lo hizo porque simplemente la velocidad de los cambios en los medios y modos de comunicación y los consecuentes requerimientos de entrenamiento permanente en el uso de nuevas tecnologías y la adaptación al mundo interactivo era impensado hace dos décadas.
Por eso creo que desde la década del´70 en que se comenzaba a diagnosticar Burnout, hoy es consulta corriente para todos los profesionales de la salud. Y sino pensemos en nuestro alrededor y simplemente observemos aunque no hayan consultado y se automediquen o eviten entrar en contacto con su real situación.
Aquellos compañeros, conocidos que presentan estos síntomas psicofísicos:
- Palpitaciones
- Taquicardia
- Pinchazos en el pecho
- Aumento de la tensión arterial
- Dolores musculares, contracturas
- Dolores de cabeza
- Dificultades digestivas
- Inapetencia y/o malos hábitos alimenticios
- Disminución del deseo sexual
- Dificultades en el sueño
- Comportamientos: abuso de drogas, tensión permanente, comportamiento de riesgo, conducta violenta, distanciamiento emocional
- Cambios emocionales: actitud cínica, impaciencia, aburrimiento, irritabilidad, dificultad de concentración, depresión.
- Cambios con el trabajo: baja motivación, comunicación deficiente, hostilidad.
Claro que hay salida. La primera es dejar de negar y auto observarse. La segunda, en tanto, es preguntarse:
- ¿Tomo el trabajo como centro de mi vida?
- ¿Me siento agotado al final del día?
- ¿Puedo establecer prioridades en el uso del tiempo?
- ¿Me respeto en los descansos correspondientes?
- ¿Valoro mis actividades recreativas?
- ¿Qué ritmo requiere mi trabajo?
- ¿Qué grado de atención me demanda?
- ¿Estoy presionado a tomar decisiones de mucha responsabilidad?
- ¿Los valores de la empresa, mi trabajo coinciden con los personales?
- ¿Me siento reconocido?
Y si luego de autoexaminarse observa que está en problemas, comprométase a realizar un cambio, respetándose en su única vida. Reevaluando y actualizando sus metas al aquí y ahora. Integrando las variables adaptándolas a la vida que quiere y puede vivir.
Suelte ideales de pasado, flexibilice su mente, ya que el presente y el futuro son y serán de aquel que gestione cambios y se adapte a ellos.