Eres lo que lees
Hace unos días, leyendo la historia de un hombre que había sido tocado por la magia de un buen libro, el cual cambió su destino y su futuro; medité sobre la importancia que juega en nuestra vida el hábito de la lectura. Y es que, muchas veces un libro, una página y hasta un párrafo o una línea de éste, tienen el poder de cambiarnos interna y externamente, de hacernos ver las cosas de forma diferente. Un buen libro nos puede hacer retomar el gusto por la vida, nos hace ver el mundo del autor a través de sus ojos, nos conecta con su dimensión; usando las palabras de Richard Steele “la lectura es a la inteligencia, lo que el ejercicio es al cuerpo”
En lo personal, hace algunos años, cuando pasaba por un mal momento en el que pedía a gritos encontrar mi destino, hallar mi propósito, fue precisamente un libro el que me encaminó, definió mi norte, estableció mis prioridades, me dijo como alcanzar mis sueños y me permitió trazar un plan de acción para conquistarlos.
Y es que, los libros son los mejores amigos que alguien pudiera tener, fielmente están ahí para brindar un buen consejo cuando los necesitamos, sin importar la hora o el lugar en que recurramos a ellos, siempre tienen la sabiduría que renueva y orienta nuestras vidas, muchas veces nos dicen lo que queremos oír, y algunas otras también aquello a lo que nos negamos a escuchar; pero en todos los casos nunca nos dejarán igual que como nos encontraron.
Los buenos libros nunca te inducirán a vicios, nunca te meterán en problemas pero si te incitarán a cuestionarte muchos aspectos de tu vida, de la vida que actualmente tienes y a la que aspiras; tocarán filamentos muy delgados de tu alma, serán esas tachuelas en tu silla que te sacarán de tu zona de confort, y te abrirán los ojos al mundo de oportunidades que te rodea.
Los libros son la inspiración que Dios plasma en los hombres para hacer de este mundo un lugar mejor. Y es que, un libro no es ni más ni menos que la gran oportunidad de acceder a esa rica sabia de conocimiento que grandes pensadores y líderes, estamparon en esas páginas para enseñarnos a nosotros a vivir mejor. Como bien lo apuntaba Benjamín Franklin “Si no quieres que te olviden tan pronto como hayas muerto y seas enterrado, escribe cosas que puedan leerse, o haz cosas que deban escribirse” Aprovechemos toda esa riqueza disponible, entremos en las mentes de estos hombres y sigamos su ejemplo a través de su legado en los libros.
Uno de mis autores favoritos Robin Sharma dice en sus seminarios: “la persona que serás dentro de cinco años será el resultado de dos principales influencias: la gente con la que te relacionas y los libros que leas”. Así que vamos, lee, a partir de ahora lleva tu libro a todas partes, cuando hagas fila en el banco, cuando vayas en el avión, inclusive cuando conduzcas tú vehículo, utiliza un audio libro y aprovecha los tiempos muertos en presas y embotellamientos para ampliar tus conocimientos, alimentando tu mente y dando un masaje a tu espíritu, transfórmate a través de un buen libro. Fomenta en tus hijos desde pequeños el hábito por la lectura, es una de las mejores inversiones que puedes hacer desde ya en su futuro.
Si aún no has desarrollado el hábito por la lectura, empieza ahora ¿y cómo? Lee sobre algo que te entusiasme, verás que al hacerlo no solo empezarás a desarrollar el gusto por leer, si no también mejorarás con la práctica tu habilidad y rapidez para hacerlo, así como tu comprensión. Pero por favor no leas por leer; lee algo que te ayude a descubrir y explotar tus dones, fortalezca tu espíritu y te haga un mejor ser humano. Convierte tu lectura en un hábito, y lo más importante, aplícalo en tu vida y transmítelo a los demás con tus acciones; finalmente recuerda las palabras de Louise M. Alcote “Un buen libro es aquel que se abre con curiosidad y se cierra con provecho”