3 pasos para potenciar tu capacidad de influencia

Hace poco leía en un artículo que uno de los temas que más interesa a las personas a nivel de auto-desarrollo profesional es cómo influenciar o convencer a los demás. Así que, aquí estoy, aportando mi pequeño granito de arena al asunto. Y lo primero que haré será explicar las bases de las que he decidido partir.


Para mí, influencia es la capacidad de llegar a los demás, y


creo firmemente en la inteligencia e intuición de las personas.


He sintetizado las conclusiones a las que he llegado en 3 pasos, que considero son claves para crear confianza y aumentar la posibilidad de llegar a influir en los demás. Estos pasos son:

1.- Claridad contigo mismo. Tenerlo claro tú

Para poder convencer a alguien de algo, antes que nada tienes que estar convencido tú. Solo desde ahí, puedes llegar a transmitirlo. Para influir en los demás, primero tienes que tenerlo claro tú.

2.- Expresión clara y concreta

Una vez lo tienes claro tú, simplemente, expón tu mensaje lo más claro y concreto posible.

Las palabras son necesarias en nuestra interrelación. Nos ayudan a relacionarnos y a matizar nuestros mensajes. Ahora bien, muchas palabras, a veces, confunden más que aportan claridad.

Las palabras tienen diferentes connotaciones para unas personas que para otras. Por eso, hay que tener cuidado en no pasarse con las explicaciones porque, en ocasiones, queriendo explicar y justificar, lo que hacemos es enredar y confundir. Así que, las palabras sí, pero cuidado con su uso en exceso.

3.- Coherencia entre la palabra y la acción

Transmitirlo a través de las palabras y de los hechos, y, sobre todo, a través de estos últimos. La influencia viene de lo que transmitimos. Lo que transmitimos es eso que no se ve, pero que está ahí. Acompaña a nuestro discurso todo el tiempo, nos demos cuenta o no. Se trata de alegría, claridad, calma, firmeza,… y demás aspectos que tenemos a nivel interno y que salen al expresarnos.

Para poder llegar a las personas (transmitir) es necesario que nuestro discurso externo (las palabras) y nuestra energía interna (lo que vivimos en nuestro interior) estén alineados, tengan una coherencia.

La palabra vacía, que no está apoyada con hechos, al final ni llega ni se sostiene en el tiempo. Lo que realmente llega es la coherencia de esas palabras a través de nuestros actos y nuestras vivencias. La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que hacemos y lo que decimos.

La palabra puede ser efímera. Los hechos son contundentes. Podemos decir, por ejemplo, que somos generosos y, luego, actuar o no actuar de esta manera. Lo que cuenta, sobre todo, es lo que hacemos.

Conclusión:

Una vez lo tienes claro tú, lo expresas de manera clara y concreta y lo apoyas con hechos reales, entonces, se empieza a generar un entorno de confianza y es en ese momento, cuando los demás deciden, o no, que les llegue tu mensaje.

Autora: Ana Molina - Licenciada en Administración de Empresa por Bentley College (Massachusetts, USA). Asesora en auto-motivación, ponente, escritora y articulista. Actualmente trabaja como consultora comercial en el área de Innovación en Capital Humano, en un centro de investigación, desarrollo, e innovación de Madrid.