Redes informales de empleados: cuando la realidad no coincide con el organigrama
Al principio, las corporaciones eran burocráticas estructuras piramidales y jerárquicas con relaciones de poder puramente verticales.
Entre las décadas del '60 y '80, se impuso el paradigma de la organización matricial. Bajo este esquema, cada líder empezó a ser responsable ante dos o más ejecutivos de nivel superior según criterios funcionales, de producto o geográficos.
Por ejemplo, cada trabajador de marketing reporta, por un lado, ante el gerente de marketing. Aunque, por el otro, también es responsable ante el manager del proyecto al que está asignado actualmente.
En principio, esto parecía una buena forma de mejorar las interacciones y la circulación del conocimiento en las típicas compañías jerárquicas y piramidales. En las organizaciones matriciales, es más sencillo crear lazos de comunicación entre trabajadores de distintas áreas donde cada uno aporta su expertise para el éxito de un proyecto particular.
Una investigación de McKinsey nos presenta el caso de una unidad regional de venta de servicios minoristas de un banco multinacional. La unidad estaba organizada matricialmente, con encargados de marketing que reportaban, simultáneamente, ante un gerente comercial y un ejecutivo regional.
El problema: los trabajadores no sabían a quién obedecer en caso de que las directivas fueran incompatibles. Por otro lado, trabajaban en un relativo aislamiento donde los canales de comunicación formales no les permitían conocer las mejores prácticas aplicadas por otras unidades regionales.
Este caso es ampliamente representativo de los problemas que suelen enfrentar las organizaciones matriciales: las dificultades para difundir el conocimiento a lo largo y ancho de la organización.
Así, cuando un empleado necesita información crítica para hacer su trabajo, suele ingeniárselas para "puentear" las estructuras jerárquicas y buscar el conocimiento a través de las redes informales. Emails, blogs y teléfonos celulares son los grandes canales de la comunicación corporativa informal.
Así, si usted quiere ver cómo funcionan realmente las cosas en su empresa, olvídese del cuadrito del organigrama y fije su atención sobre las redes informales, es decir, los grupos de empleados unidos por intereses comunes que mantienen frecuentes interacciones.
La cantidad de información que circula por estas redes es abrumadoramente superior a la que viaja por los canales corporativos oficiales. Así, las estructuras del organigrama suelen no reflejar cómo se ejecuta realmente el trabajo en el día a día.
Por lo tanto, advierten los investigadores de McKinsey, la clave consiste en reestructurar los canales formales para adaptarlos a la verdadera forma de intercambiar conocimiento. Es necesario un nuevo modelo de organización donde la información y la responsabilidad no sólo vayan en sentido ascendente y descendente sino que también opere horizontalmente sin que los empleados necesiten puentear las estructuras organizativas para acceder a la expertise que necesitan.
Con esto en mente, regresemos al caso del banco. Para fomentar el intercambio de información, la empresa reestructuró su esquema matricial. Los trabajadores seguían siendo responsables ante el manager regional. Sin embargo, dejaron de reportar ante el gerente de marketing.
La empresa construyó una red global donde los trabajadores de marketing podían intercambiar información sobre las mejores prácticas. El gerente de marketing ya no les daba órdenes. Por el contrario, se limitaba a fomentar la participación de los empleados en esta red de conocimiento.
De esta forma, con la información circulando horizontalmente, las distintas unidades lograban acceder a las mejores prácticas implementadas en una unidad similar dentro de la misma empresa, una unidad que se encontraba a miles de kilómetros de distancia.
Ahora bien, ¿cómo implementar concretamente estos canales de información?
Para aprender más, no se pierda el artículo original de McKinsey, una detalladísima guía para transformar la típica corporación matricial en una organización digna de la economía del conocimiento.