Cómo conseguir mejores resultados, más rápido y sin estrés.
Nuestra cultura tiende a asociar el éxito y la obtención de grandes resultados con el esfuerzo y el sacrificio. Si nos sentimos cansados es sinónimo de que hemos hecho mucho, y ser una persona muy ocupada y sobre- agendada es un símbolo de estatus en muchas ocasiones.
¿Qué tal si nos permitimos desafiar ese concepto… y creamos un nuevo paradigma que conciba la alta productividad asociada a un menor estrés?
El estrés surge no tanto de lo que hacemos, sino más bien de lo que no hacemos. Atrapados muchas veces por las urgencias y automatizados en nuestra dinámica de trabajo, perdemos poco a poco el propósito que nos guía y la motivación que nos propulsa.
Tendemos a ser principalmente reactivos frente a lo que se presenta, lo que nos hace esclavos de las circunstancias; y terminamos posicionándonos por debajo tanto de nuestro óptimo nivel de desempeño, como de los mejores resultados.
Queremos presentarte dos claves de productividad personal que permiten desarrollar una mayor capacidad para enfocarse y adaptarse a múltiples exigencias, preparándonos para responder con efectividad y ser capaces de llevar a concreción múltiples proyectos.
Propósito y EfectividadUn propósito claro funciona como una brújula que facilita tu toma de decisiones a todo nivel.
Cuando tienes un propósito definido, ser efectivo se vuelve algo muy simple: sólo necesitas contrastar la acción o decisión a tomar con la imagen de tu propósito, ¿te aleja o te acerca?, ¿te apoya a conseguir lo que quieres, o te limita? Por esto es fundamental clarificar tu propósito, no sólo aquel magnánimo y de largo plazo, sino también el propósito detrás de tus pequeños proyectos o de tu día.
Asegúrate de conocer el propósito de tu puesto, de tu trabajo, de tus tareas. Elige tus acciones “a propósito” es decir, haz aquello que se alinea con tu propósito, y así, obviamente, podrás alcanzar los objetivos con mucha mayor eficiencia.
Asegúrate también de compartir tus propósitos. Muchos problemas de cooperación pueden superarse transmitiendo con honestidad cuál es el propósito de nuestras acciones, por qué decidimos algo, qué motiva lo que hacemos. Esto genera compromiso en los demás. Si quieres colaboración con algo, asegúrate de comunicar al menos parte del propósito de la tarea.
Administrar Acciones vs. Administrar el TiempoSi te das cuenta, no existe tal cosa como el “manejo del tiempo”. No puedes manejar el tiempo, es una medida sumamente democrática, a todos nos toca lo mismo: tienes 24 horas diarias, sin importar quién seas, a qué te dediques o lo que hagas. Lo que puedes manejar es qué haces con tu tiempo. No se trata de administrar tiempo, se trata de administrar acciones. Una alta productividad personal se logra al invertir tu tiempo en acciones efectivas.
La observación puede convertirse en la clave de productividad más importante en este sentido. Ésta te brindará poder, al devolverte la capacidad de elegir concientemente en qué invertir tu tiempo. ¿Te has percatado de que en muchas ocasiones utilizas tu tiempo para actividades que no te apoyan a concretar lo que buscas? De hecho, muchos de nosotros utilizamos buena parte de nuestro tiempo en realizar actividades que van en contra de lo que queremos lograr. Yo llamo a eso sabotearse.
Y estamos tan automatizados, tan acostumbrados a simplemente hacer las cosas y no detenernos a observar qué nos motiva a hacerlas, que directamente no utilizamos el poder que tenemos para elegir aquello que nos apoya. Entonces, la pregunta crucial pasa a ser: ¿cómo abandonar las acciones y hábitos poco efectivos? O más aún, si ya sé que no funciona ¿por qué lo hago? Y ¿cómo dejo de hacerlo?
Voy a sugerirte esta respuesta: hacemos lo que hacemos, porque obtenemos un beneficio. Claro está que, cuando contrastas ese beneficio con el costo que pagas por él (la baja productividad, el sentirte poco satisfecho, el estrés, etc.), pasa a ser relativo el beneficio total que obtienes.
Pero en nuestro comportamiento, esos beneficios “aparentes” pesan. Son beneficios que nos interesan de alguna forma, tal como aprobación, comodidad, seguridad, estabilidad. Y como esas conductas nos los proveen, incurrimos consecuentemente en ellas, más allá de que resulten inefectivas.
Obviamente, al hacerte conciente de los costos que conllevan, podrás elegir, ahora con mayor información, si persistes en recibir ese beneficio aparente o si estás dispuesto a renunciar a él en pos de alcanzar tu objetivo. Este es un proceso de negociación interna. Un proceso de contrastar honestamente beneficios de ambas conductas, y decidir por cuál ir.